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¿Los patos usan zapatillas?

Lo que me he reído hoy. No os podéis imaginar qué divertido. Mami nos ha recogido como siempre de la guarde y hemos ido al parque a ver a los patos. Había llovido esta mañana así que yo no tenía esperanzas de ir. Pero sí, mami traía la bolsa de pan y bordes de pizza para los patos, y alguno para mí, que según ella, soy un zampabollos. Y claro, yo estaba desatado. En todos los sentidos, porque he perfeccionado la técnica de soltarme del sillín y bajarme del cochecito en marcha.

Al llegar donde los patos, hemos ido directamente al puente del estanque. A mami le gusta que les demos allí porque así no vienen las ocas, que son un poco abusonas, dice. Y mami ha empezado el reparto de pan. Hoy solo han acudido los cisnes (también un poco abusones) y algún pato suelto. Pero estaban acurrucados como cuando nosotros vemos una peli los domingos después de comer en el sofá.

Ha llamado a mami una amiga, y en lo que le ha cogido el teléfono, en un microsegundo, me he quitado la zapatilla de deporte. La verdad, no sé que cable se me ha cruzado, pero en ese momento me parecía buenísima idea tirarle la zapatilla a los patos. Y así he hecho.

La cara de mamá, seguida de un «te tengo que colgar, la madre que nosequé a este niño» ha cambiado en otro microsegundo. Estaba alucinada. Yo iba dando pasitos para  atrás. Y ella diciendo una y otra vez lo de la madre que me parió. No entendía bien, si es ella, por qué dice eso. Que egocéntrica. Mamá seguía de un lado a otro moviéndose rápido. Mirando de un lado a otro. Yo creo que buscaba a la tía y a la prima, pero se ve que hoy no han bajado.

Si algo he aprendido en mi corta vida es que cuando mami está así y dice que ella misma me parió, lo mejor es quedarse quieto. Y así me quedé, desde una posición en la que veía perfectamente a mami, a la zapatilla, a los cisnes picando mi zapatilla, y guardando a las mellis. Porque mami en ese momento estaba como para cuidarnos.

Se acercó a unas señoras pidiéndoles un paraguas. Más majas… Mami distribuyó los papeles: la señora embarazada distraía a los cisnes y patos con el pan que quedaba, y la señora abuela buscaba algo para coger la zapa. Porque mami se tiró al suelo del puente y no le llegaba el brazo. Finalmente, con una rama que trajo la señora, mami pescó la zapa.

Se despidió de las señoras y me sentó en el sillín. Yo, por supuesto, no protesté. Ya no debía llamar la atención si no quería una regañina seria. Porque mamá estaba tan en shock que no decía nada. Y normalmente, el camino del parque a casa, no calla. Pero yo, por dentro, estaba partido de risa. Lo tengo que repetir con la prima…

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El síndrome del informático o cuando papi no está

Hola a todos. Hoy me toca a mí escribiros, soy Rocks, como me llama mami, la melliza mayor vamos.

En uno de los ratos que los tres nos comunicamos (el bebé gigante, Carmela y yo) hemos pactado una serie de cosas. Entre ellas que íbamos a llevar a cabo por las tardes lo que mamá llama el síndrome del informático. Por lo visto, en su trabajo, cuando algo técnico sale mal, en cuanto el informático va a su mesa, sin que él haga nada, aquello se arregla. Su sola presencia ya arregla todo.

Pues nosotros igual; hemos pactado que cuando estemos solos con mami en casa vamos a jugar a los indios y a hacernos los locos y a llorar y a hacer cosas que hagan que mami se lo pase también genial. Pero que cuando llegue papi todo esté tranquilo y en paz y que mami se lo cuente y él no la crea. Es divertidísimo.

Hubo una tarde que papi se quedó hasta tarde en el trabajo y la liamos parda hasta que mami nos dijo que papá estaba a punto de llegar. El bebé gigante hizo cochinadas con la cena y luego no se quiso acostar… daba saltos en la cama como un loco. Y Carmela y yo las dos nos pusimos a llorar y a gritar. Nos encanta hacerlo en esos momentos hasta quedarnos afónicas, porque luego papi se parte de risa cuando estamos sin voz. Así que mami nos ponía en el corral ( y llorábamos más), en la cuna para dormir ( y más aún) en el carrito para movernos ( y muuucho más) hasta que al final se dio cuenta la pobre. Si nos cogía en brazos nos reíamos mucho en vez de llorar. Así que así pasamos el rato; partidas de risa encima de mami, que iba y venía al cuarto del bebé gigante a reñirle para que no saltara en la cama y se durmiera.

Ayer también fue divertidísimo. Papi aprovecha algunos días y cuando nos acostamos a nuestra hora y nos dormimos y/o callamos, se va a hacer deporte un rato. Pues ayer pasó eso. Cuando calculé que ya no me oiría papi, di un grito al bebé gigante. Carmela, como es la pequeñaja y estaba tan cansada, pues se quedó dormidita tan mona. Total, que el bebé gigante se despertó y empezó a llorar para que mami le cogiera. Y mami, que es que está muy tierna últimamente, se lo cogió y se lo llevó a su cama para ver si acurrucadito con ella se dormía.

Con el bebé gigante hay veces que no se puede hacer estos juegos, porque con mamá se pone blandito y deja el juego… Efectivamente, empecé a oir desde mi cuarto su respiración; se estaba quedando dormido con los cuentos de mami. Así que me puse a llorar y gritar como una loca… El juego estaba ahora más emocionante que nunca. Oí como mami venía a mi cuarto a ponerme el chupe… Y claro, el bebé gigante se puso a llorar porque quería a mami solo para él. Mami me puso el chupe y se fue corriendo. Pero el chupe no era lo que yo quería. Yo quería o seguir jugando o comer. Lo habitual, vamos. Así que vi a mami que cruzaba por el pasillo llevando al bebé gigante a su cuarto. Y empezó a llorar. Y yo seguía llorando. Y Carmela durmiendo. Y mamá como loca (a veces pienso que no entiende el juego…).

Así que trajo al bebé gigante, me cogió a mí, y nos llevó a su cuarto. Nos reímos mogollón. En su cuarto nos tumbó acurrucados con ella a los dos, y nos empezó a canturrear y contar cosas súper somníferas. Me estaba empezando a dormir cuando me di cuenta de sus intenciones. Y volví a ponerme a llorar: las reglas son claras, mami, o jugar o comer. Mami me llegó con ella a la cocina, al bebé gigante lo daba ya por dormido. Me empezó a preparar un bibe. Y cuando lo tenía casi, y estábamos tan tranquilas, cuando ya había perdido la fe en mi hermano mayor, allí estaba el, asustando a mami entrando sigilosamente en la cocina con su bibe vacío en la mano. O jugar, o comer.

Los dos con nuestros bibes tan contentos, nos fuimos con mami a su cuarto. Yo caí enseguida y el bebé gigante también. Quieras que no, una segunda dosis de leche, fulmina a cualquiera. Note como mami me tumbaba en mi cuna y deduje que el bebé gigante ya estaba en su cama también. Se conoce que a los cinco minutos o así llegó papi.

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2 añitos

Hace dos findes no os podéis imaginar que fin de semana más ajetreado… Y todo porque fue mi cumple. Tengo ya dos años, esto no es ninguna tontería. Ya tengo adaptador para el wc, voy a veces fuera del sillín (o en mi moto tuneada) por la calle y como cosas de mayores. 

El viernes fue la fiesta de bienvenida al otoño y del cupcake (la magdalena de toda la vida) en la guarde. Nos vestimos todos de cocinero con delantal y gorro y estuvimos cocinando y adornando las magdalenas. Las mellis se lo pasaron pipa porque las sentaron con los mayores y ellas guarrearon más que nada, pobres, son muy peques.

 Luego por la tarde fuí con papá, mamá y las niñas a ver a los patos. Allí estaba la prima con los tios. Les dimos pan y mamá nos dió a nosotros galletas pero nos hacíamos el lío La prima y yo y nos comíamos el pan y les dábamos a los patos las galletas. Super divertido. Nos comimos las magdalenas y estaban riquísimas. Como echaremos de menos estas tardes en el parque cuando llegue el frío, eso dice mamá… Yo no sé por qué no podremos venir, si estamos abrigaditos digo yo que no pasa nada. 

Y el sábado fue mi gran día. Plan familiar, todo especial por mi cumple. Ayudé con las lavadoras que iba poniendo mamá: ella metía la ropa y cuando se giraba, yo la sacaba. Luego ella colocaba las cosas por la casa de una manera y yo las ponía por detrás a la mía. Y luego fuímos a ver a Jesús y a comer. La hamburguesería que han abierto al lado de casa está fenomenal, se llama Tates burguer. Como ya soy mayor, me pidieron un menú infantil… ¡Por primera vez en mi vida! Papá y mamá me cogieron fingers. Pero yo a ellos les cogía patatas (aunque yo tuviera, pero por igualar…). 

Por la tarde fue la fiesta… ¡Que sorpresa! Fuimos al parque de Soto y estaban algunos primos. Los mayores sacaron la merienda. ¡¡¡Y mamá nos repartió a algunos unos pomperos!!! Divertidísimo. Aunque la verdad es que lo íbamos tirando sin querer. De la emoción, claro. 

La tarta estaba riquísima, de galletas. Según mami, la de toda la vida. De la mía, seguro. Me gustaba tanto soplar la velita que la encendieron varias veces para que la soplara. ¡IUn finde inolvidable!