El síndrome del informático o cuando papi no está

Hola a todos. Hoy me toca a mí escribiros, soy Rocks, como me llama mami, la melliza mayor vamos.

En uno de los ratos que los tres nos comunicamos (el bebé gigante, Carmela y yo) hemos pactado una serie de cosas. Entre ellas que íbamos a llevar a cabo por las tardes lo que mamá llama el síndrome del informático. Por lo visto, en su trabajo, cuando algo técnico sale mal, en cuanto el informático va a su mesa, sin que él haga nada, aquello se arregla. Su sola presencia ya arregla todo.

Pues nosotros igual; hemos pactado que cuando estemos solos con mami en casa vamos a jugar a los indios y a hacernos los locos y a llorar y a hacer cosas que hagan que mami se lo pase también genial. Pero que cuando llegue papi todo esté tranquilo y en paz y que mami se lo cuente y él no la crea. Es divertidísimo.

Hubo una tarde que papi se quedó hasta tarde en el trabajo y la liamos parda hasta que mami nos dijo que papá estaba a punto de llegar. El bebé gigante hizo cochinadas con la cena y luego no se quiso acostar… daba saltos en la cama como un loco. Y Carmela y yo las dos nos pusimos a llorar y a gritar. Nos encanta hacerlo en esos momentos hasta quedarnos afónicas, porque luego papi se parte de risa cuando estamos sin voz. Así que mami nos ponía en el corral ( y llorábamos más), en la cuna para dormir ( y más aún) en el carrito para movernos ( y muuucho más) hasta que al final se dio cuenta la pobre. Si nos cogía en brazos nos reíamos mucho en vez de llorar. Así que así pasamos el rato; partidas de risa encima de mami, que iba y venía al cuarto del bebé gigante a reñirle para que no saltara en la cama y se durmiera.

Ayer también fue divertidísimo. Papi aprovecha algunos días y cuando nos acostamos a nuestra hora y nos dormimos y/o callamos, se va a hacer deporte un rato. Pues ayer pasó eso. Cuando calculé que ya no me oiría papi, di un grito al bebé gigante. Carmela, como es la pequeñaja y estaba tan cansada, pues se quedó dormidita tan mona. Total, que el bebé gigante se despertó y empezó a llorar para que mami le cogiera. Y mami, que es que está muy tierna últimamente, se lo cogió y se lo llevó a su cama para ver si acurrucadito con ella se dormía.

Con el bebé gigante hay veces que no se puede hacer estos juegos, porque con mamá se pone blandito y deja el juego… Efectivamente, empecé a oir desde mi cuarto su respiración; se estaba quedando dormido con los cuentos de mami. Así que me puse a llorar y gritar como una loca… El juego estaba ahora más emocionante que nunca. Oí como mami venía a mi cuarto a ponerme el chupe… Y claro, el bebé gigante se puso a llorar porque quería a mami solo para él. Mami me puso el chupe y se fue corriendo. Pero el chupe no era lo que yo quería. Yo quería o seguir jugando o comer. Lo habitual, vamos. Así que vi a mami que cruzaba por el pasillo llevando al bebé gigante a su cuarto. Y empezó a llorar. Y yo seguía llorando. Y Carmela durmiendo. Y mamá como loca (a veces pienso que no entiende el juego…).

Así que trajo al bebé gigante, me cogió a mí, y nos llevó a su cuarto. Nos reímos mogollón. En su cuarto nos tumbó acurrucados con ella a los dos, y nos empezó a canturrear y contar cosas súper somníferas. Me estaba empezando a dormir cuando me di cuenta de sus intenciones. Y volví a ponerme a llorar: las reglas son claras, mami, o jugar o comer. Mami me llegó con ella a la cocina, al bebé gigante lo daba ya por dormido. Me empezó a preparar un bibe. Y cuando lo tenía casi, y estábamos tan tranquilas, cuando ya había perdido la fe en mi hermano mayor, allí estaba el, asustando a mami entrando sigilosamente en la cocina con su bibe vacío en la mano. O jugar, o comer.

Los dos con nuestros bibes tan contentos, nos fuimos con mami a su cuarto. Yo caí enseguida y el bebé gigante también. Quieras que no, una segunda dosis de leche, fulmina a cualquiera. Note como mami me tumbaba en mi cuna y deduje que el bebé gigante ya estaba en su cama también. Se conoce que a los cinco minutos o así llegó papi.

Deja un comentario